cazador

[Hace un rato vi este video donde el gobernador caza, arrincona y acribilla una nube, y me inspiró]

el joven cazador de nubes avistó una cervatilla de cola rosada
sin dudarlo
la siguió en su jet más rápido que el pensamiento
no hizo un ruido solo como no hace el pensamiento
cuando lo piensas
el pensamiento no levanta el sonido de un pétalo porque se pone rojo

nuestro cazador tenía una misión en silencio
al desfilar el agudo páramo aéreo de Linares
no dejó detrás suyo un rayón de gis oloroso a turbosina
para seguir su rastro arriba y hacer un nudo dentro
por donde no se atrevan a volver los ángeles

él derrapó la superficie seca del azul cian con tal peligro
de volverla inflamable y hacer estallar
nomás el aire libre

fue entonces cuando la nube se detuvo
como un pensamiento
entre la piel de Dios
y la puntería del muchacho
fue ahí justo donde la nube se paró

damas y caballeros
yo he visto efervescer sobre el norte cirrostratos con furia de napalm
y he visto cómo hélices cromadas de molino hacían levitar
su noria en Montemorelos con todo y rancho —papá
yo vi fluorescer envenenada por inyecciones de petróleo
la cúpula de la noche en Cadereyta
mi sueño fue el dínamo de una bicicleta por dentro de la niebla
a la que pedaleaba Orión
pero ningún verano vi tu majestad, cumulonimbo
rendirse ante un rey armado

como si los relámpagos de Zeus tuvieran miedo de este cazador
de su cañón especial para perforar la nada y
extraer de allí recursos renovables
como si su fulgor reculara ante tijeras de punta
chata para esquilar recortes de sereno
como si mis animales fieles de voltaje desconocieran el cepillo
peinador de rayos como éstos, solares
los quebrados
entre picos de la Sierra Madre —por nosotros
raza que atardece al filo de zigzags
magenta y bronce

bang.

ya estaba pardeando cuando él la acribilló
se le hacía oscuro
la llenó de tantos agujeros que su estructura semejaba
una radiografía forense del cielo estrellado
un pequeño trueno se desprendió de sus entrañas de cuajo
sin producir un pensamiento y
se deshizo entre jirones de algodón y flashes
y unos hilos de lluvia aún caliente destrenzaron
su corona vencida sobre tu rostro y el mío
para victoria del cazador

—sí, señor

pero no alcanzaron a lavar la sangre de su presa
donde suena solo un pensamiento.